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diga treinta y tres

3.11.10

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      El domingo, mientras vos mirabas la serie, yo me preparaba para la maratón. Sabías lo importante que era para mí. Lo sabías porque yo te lo había dicho. Tres años atrás no lo hubiera podido enfrentar. Tres años atrás no sabía ni quién era yo. Ahora que puedo, ahora que mi cuerpo responde, ahora que tenemos un hogar, una familia, ahora que nuevos desafíos se presentan, golpean a mi puerta y yo puedo abrirles y decirles: ¡sí! adelante, los enfrentaré ¡pasen! siéntanse como en su casa, COMO EN SU CASA, ellos entran, yo los veo, los toco, están acá ¿y vos? Atornillada al sofá, hipnotizada mirando el televisor, como un hipopótamo haciendo la digestión…
       Bueno, perdón. Lo que quería decirte era que no entiendo por qué ni cómo pudiste llegar a esto –y mirá que entiendo, mirá que soy comprensivo de las situaciones, de los obstáculos, de la debilidad– porque en el entrenamiento, vaya y pase, que no estés presente ahí, que no hayas querido cronometrarme, okey, lo entiendo, es así. Pero FALTAR el día de la carrera…
        Me lastimaste, me heriste. No puedo recordar en mi vida nada que me haya producido tanto dolor, una humillación semejante. Porque no era sólo yo, había más gente ahí ¿sabés? estaban mis compañeros –todos ellos– con sus familias, sus mujeres, sus amigos, los que tenían amigos… Y yo justificándote, pensando que llegarías en cualquier momento. Me preguntaban y yo les dije –¡qué imbécil!– les dije que estabas por llegar, que seguramente los nervios… en un momento me sentí tan presionado que empecé a inventar. Sí. Inventé cosas. Inventé cosas de nosotros, de nuestro matrimonio, cosas que acostumbrábamos hacer, “secretos” y “códigos”, “juegos” que sólo nosotros entendíamos.
      No me preguntes por qué. Lo hice. Ahora ya es tarde. Una cosa llevó a la otra ¿sabés? Lo del nombre fue porque Norberto me escuchó insultándote y me preguntó ¿quién es Silvia? Nadie, le dije. ¿Es tu mujer? No, mi mujer se llama Nadia. ¡JA, JA, JA! ¡Nadia! ¡Esa sos vos de ahora en más! Para mí sos Nadia, quiero que te quede bien claro. Y esta copa que me gané, este primer puesto en la decimoquinta maratón de alcohólicos anónimos se la dediqué a Nadia, y los cinco mil pesos de premio me los dedico a mí mismo. No vas a ver ni un peso de ahí. No vas a ver ni un pelo mío, no me busques, Silvia. Para mí ya no existís. Yo toqué el cielo con las manos ¿sabés? y lo toqué solo. Es mío.
      Yo no quería que las cosas terminaran así, pero no me dejaste opción.


palomina/07

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